miércoles, 23 de marzo de 2011

Avallach-13-El retorno

A la mañana el sol rayaba sobre nuestros rostros somnolientos. Nos levantamos presurosos y de nuevo montamos, en menos de un cuarto de sol ya estábamos en las puertas del centro de la Comarca.
Nuestra llegada causó gran revuelo, parecía que un hijo pródigo volvía a su casa. Rápidamente entre el tumulto Neter salió a nuestro encuentro.
—Espero que estés bien, hermano, ¿cómo ha estado el viaje?
—Es un gusto verte Neter, pues debo confesar que apenas comienza, el viaje se alargará quizá más allá de mi vida, recuerdo que en mis tiempos mozos Claus se ausentaba por lunas y lunas, creo que ahora comprendo porqué lo hacía, en fin estoy en casa de nuevo, aunque sea por poco tiempo. —Áluster por su parte, trataba de acercárseme silencioso, el gentío no nos dejaba avanzar mucho.
—Bien, es hora de que todos vuelvan a sus tareas —dijo Neter—, hoy en la noche habrá una fiesta, así que todos aprontaos a terminar, ya el inviernos se aproxima y debemos estar preparados para su inevitable llegada. —Rápidamente todos volvieron a sus tareas. Ya a solas Neter nos invitó a sus aposentos, no nos caería mal un trazo del confort hogareño. Durante el trayecto finos recuerdo nublaron mi mente: los tiempos dulces en que corríamos por doquier después de nuestras usuales travesuras infantiles mientras la señora Carmat nos perseguía para tirarnos de las orejas por haber quebrado dos macetas de su casa en nuestras aventuras; las tarde de verano en los festivales de la Comarca, donde todos los aldeanos volvíamos al centro a celebrar la fundación, para esas noches los fuegos aéreos de Claus que hacían resplandecer el cielo con colores indescriptibles, formas de dragones y nereidas, serpientes y pegasos; en fin tantos recuerdos dulces y nostálgicos. Por su parte Áluster esquivaba las miradas algo libidinosas de las amables aldeanas, admirado o desilusionado de la simpleza de las construcciones nuestras: chozas de roca y barro con techos de madera, las tucas apiladas para ser convertidas en lecha y a los hombres y mujeres dirigiéndose al río a lavar la ropa. El centro del pueblo era una calzada simple de lajas de granito, la fuente de la ciudad estaba descompuesta desde hacía dos primaveras, así que para estos tiempos no era más que un cúmulo de hojas resecas de muchas familias de árboles. Los faroles eran teas improvisadas con aceites y alcohol de madera, sin gran magia ni conocimiento arcano o natural. Pronto ya estábamos en la casa de Neter, y de nuevo mi palabra volvió a encontrarme…
—Neter, y cómo va todo, miro todo como antes, pero no sé si ha ocurrido algo.
—Pues en menos de una luna la parte cruda del inverno tocará nuestra puerta, así que no hay más que hacer que continuar —respondió Neter—, aunque hemos prometido empezar de nuevo en la primavera.
—¿Empezar de nuevo? —Preguntó Áluster, robándome la iniciativa en la pregunta.
—Si señores —respondió Neter efusivo—, hemos decidido, empezar de nuevo en la búsqueda de las artes olvidadas, retomar el conocimiento, descubrir, aprender y enseñar a nuestro pueblo, las artes antiguas, que se han dormido en más de seis mil otoños. Es hora que todos los niños sepan tocar los laúdes, que todos puedan retomar el habito de la lectura y el conocimiento, el arte. Hemos decidido dejar de ser simples aradores de tierras y comerciantes pues, aunque estos oficios son nobles y necesarios, queremos reaprender junto con los elfos y los libros.
—Un instante —interrumpí—, nunca ha sido prohibido o restringido, los conocimientos siempre han estado para quién quiera tomarlos…
—Es correcto, pero a veces ver las cosas como cotidianas hacen que se le presten menos importancia —sabiamente respondió Neter—, en estos días de ausencia, he hablado con los pueblos y hemos decidido retomar la idea inconclusa de Hiperión: La Academia.
—Me parece genial —dijo Áluster—, a pari deben saber porqué la idea anterior fue desechada: los humanos siempre son humanos y las filias de poder pueden corromper y arrasar, cuando en sus tiempos Hiperión trato de formar la Academia, cuenta mi pueblo que el hijo de Náyax ayudó en su formación, pero rápidamente el conocimiento generó rupturas y por eso lo que era un pueblo sólido se dividió en la Comarca, lo que pudo ser una ciudad enorme y prospera se transformó en poco lejanos pueblos divididos por planicies e indiferencia, ahora la Comarca es la Comarca, simplemente asentamientos distanciados por búsqueda de mejores condiciones para las tareas, pero tardó muchas primaveras en que fuera simplemente eso de nuevo. Creo que es mejor no abrir algunos cofres que aunque tentadores y alucinantes de invitaciones a tesoros, pueden ser simplemente mimos o pesadillas camufladas…
—¡No digas tonterías —algo irritado interrumpió Neter—, los tiempos han cambiado, nuestro pueblo ha estado en paz desde hace mucho tiempo y el conocimiento sólo lo hará más compacto y fuerte, podremos aprovechar mejor el tiempo y hacer más por Avallach, la decisión es nuestra y ha sido tomada!
—Cierto —dije—, la decisión es humana, y como tal debe ser respetada, pero antes de tomar decisiones a la ligera, es mejor preguntar a quién, por el paso del tiempo, puede con su sabiduría guiarnos. Sino dime: ¿por qué no fue uno de los proyectos de vida de Claus?, acaso el conocía algo más allá de los embates del deseo de crecer, quizá sabía que el conocimiento real lo da la Natura y no la Academia, a veces el ingenio es la mejor manera para que las empresas surjan, no es secreto que no puedes a enseñar a alguien a tomar el pincel sino ama hacerlo…
—¡Basta —dijo Neter al borde de la ira—! Parece que tu visita a la ciudad de los elfos te hace más digno a tus ojos que yo para dirigir a nuestros pueblos, pero fue la visión de Claus ponerme acá, que yo tomara las riendas y tu te dedicarás a la historia. Sino estás dispuesto a seguir la decisión del pueblo sabes como entrar y marchar de acá, pero no toleraré defraudes mi confianza poniéndote a contrario sensu de lo que ya hemos pensado, como pueblo.
—Creo que no hay más que decir —respondí, mientras Áluster me miraba indignado—, hazme el favor de repartir mi rebaño entre el pueblo déjate tú la cabrilla blanca, me has invitado a salir del pueblo y así lo haré, espero que tu idea no te muestre que si nadie lo volvió a hacer no es porque es tarea imposible, sino que fue por algún detalle que tú si lograste encontrar. Por último te recuerdo que no tienes nada que demostrar, y creo necesario decir antes de partir que no creo que Claus estuviese de acuerdo, pero ahora tu eres el líder, y espero volver pronto para ver el fruto de la semilla que deseas plantar. Hasta el próximo otoño, Neter que la Natura les proteja en este invierno. Despedíos de mi parte ante el pueblo… —Así, antes siquiera de entrar a su casa, Áluster y yo abandonamos el pueblo, los ojos del pueblo nos miraron con extrañeza. Pasamos a mi cabaña a reposar un poco. Ya al ocaso después de varios té y un cambio de ropa, salimos de nuevo al trote, en el pueblo se esbozaba distante la alegría la fiesta se suscitaba en ausencia de los festejado, o por lo menos quienes habían servido de excusa para ser convocada. Estucurú volaba bajo, los nublados cubrían la noche, rápidamente la lluvia gélida de las praderas tomaron control de la noche. Shire y Appaloosa emprendieron el galope. Yo miraba a distancia los fuegos y la algarabía que seguí a pasar de la lluvia torrentosa, esperando haber tomado el mejor camino para la Comarca y para mi tarea.

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