martes, 16 de noviembre de 2010

Cuando el tiempo no responde

Camino por las sombra con mi séquito de trasgos,
sempiterno es mi abismo y su infausto sello,
¿acaso el horizonte será benévolo esta noche y
dejará de teñirse de tonos oscuros sanguinolentos?

Mis horas siguen impávidas, burlonas y sarcásticas,
camina el anciano haciéndose más anciano
y el niño vuelve al útero por miedo a la vida...
Ironía y látigos funestos: impiedad dulce y lacerante...

El abismo sigue siento inmenso y las horas amargas,
los círculos siguen siendo eso, carrera interminable,
como el estúpido escape perfecto a ninguna parte...
La soledad anida en el pecho pariendo arpías colosales...

Y a trasfondo, mi cara de niño cicatriza tratando
de salvar algo de lo poco bueno que queda dormido
tras estos duros párpados de acero corroído,
tras tanta impotencia de ubicar un sitio amable...

Quizá mañana, al llegar el alba, mi alma se libere
de esta coraza humana, pútrida, salobre y amarga.
Quizá ahora, al llegar más adentro de la sombra,
por fin no tenga que volver esperando el alba...

Quizá, tal vez, ahora, mañana, al alba, en la sombra,
en algún lugar de ninguna parte, en medio del todo,
logre encontrar una luz o una sombra simple
que puedan amarme, matarme, condenarme o adoptarme...

Torrentes y remansos

¿Es acaso tan sinuoso el camino del ser que mira más allá de su propia nariz?
Siempre se encuentran los ojos mudos cuando se camina con el alma al viento.
Y vago, como profugo de esta especie que no me define ni como animal ni como humano. Huyendo de mí mismo algunas veces y de la luz otras tantas.
Tantas veces he deseado una visita cercana de Átropos y Tánathos en estas tardes bizarras y tétricas, más me rio de mí mismo al creerme digno de sus visita noctámbula.
De nuevo miro la bruma, que se posa como una marea calma para los caminantes. De nuevo siento el frío haciendo nido tanto en la piel como en el alma. De nuevo siento la soledad tocando a mi ventana, y al mismo destino preparando el tablero para la misma partida de ajedrez, la que siempre pierdo.
Así es que avanzan las horas, como potros sombríos, pero a menguado galope, la tortura a de ser lenta para que sea completa.
Y avanzo, como por la inercia del empuje del viento, como una veleta desbocada como un papelote lejano de la gracia de un cordel, como un simple humano tirado al costado de la vida sujetándose a las rocas para no caer en el torrente.
¿Quién garantiza que a cien pies no esta el remanso? ¿Quién garantiza llegar vivo a más de veinte? ¡Quién se atreve a pedir garantías a un paso de la muerte!
Y el frío colma el cuerpo y las fuerzas desciende apresuradamente sujeto a la roca, poco a poco los ojos se ciegan y los dedos se sueltan, de que sirvió entonces el esfuerzo de sujetarse a la roca si el frío de la corriente a fin de cuentas nos hace soltarnos.
¿Será que estupidamente sigo pensando en una mano?
¿Qué le puede importar ya a mi cuerpo yerto y mi alma gélida encontrar el remanso, cuando todo lo que había se quedó sujeto a aquella roca?

Vacío...

1
Tras las mortajas más violentas se encuentra el alma
presa violenta de tanto sentimiento vano mal logrado,
¿Acaso es tan dificil remontar la forma arcana de la sombra,
al poderoso Enebro, a la inmortal Nix, buscar refugio
en la sinuosa forma trascendental de lo que no busca luz
encontrar la paz y el silencio del descanso, huyendo quiza
de esta masa categoricamente "humana" (ilógica)?
Quizá por eso Somnio y Tanathos son hermanos gemelos,
hay tanto para soñar en la muerte como para morir en un sueño...

2
Pero el Ser avanza, más allá de los látigos de los fallos,
de los sueños que estallan como pompas volubles al aire,
más allá del "dolor" de la soledad, cuando sabe hallar
confort en el apacible y amable vacío de los adentros.
En la soledad y el vacío, en esa angustiosa escencia
es donde realmente se aprende a forjar el alma...
A fin de cuentas el mundos es vacío cuando cierras
los sentidos y vuelcas el alma hacia el alma...

Hogazas del destierro...

Funebres pájaros y hálitos de viento frío vienen a mí esta noche "buena", sombras de funestos ángeles vengativos, de sueños convulsos y tactos de astillas y navajas. Son tan hermosas las rutas del Vacío, sí, el Vacío, ese espacio infinito e ínfimo, donde cabe todo lo que no volverá a ser algo, donde los gritos no son más que ademanes y los ademanes no son más que humo blanco y el humo blanco no se logra ver entre tanta luz vacía.
Es tan hermosa la gira de hilos de nada, tomar el arpa sin cuerdas para hacer sonar melodías de nereidas, ser la flauta quebrada del sátiro, ser la pluma sin tinta del historiador, ser la huella del vuelo de las gaviotas la arena húmeda, ser la sombra de un cuerpo que camina en la obscuridad; ser tantas cosas inútiles, ser tantos deseos muertos, ser tanta esperanza perdida en los pasos del tiempo...
Así estoy como una hogaza en el destierro, pudriéndose lentamente, sin alimentar a nadie. Como un ánfora de vino en una casa vacía, como un ensalmo milagroso en la tierra de los muertos, como el deseo de una caricia en el solitario claustro de Tártaro.
Así se pasan las noches consecutivas, con la augusta soledad como cobija, con la inerte melancolía como compañera de tertulia y el inmenso sentimiento de muerte en lugar del latir en lo profundo del pecho...
Esta es la vida de las hogazas arrojadas y de los sueños perdido, de las marañas cortadas y los misterios arcanos, el plácido sueño eterno sin remedio ni ensalmo, sólo Olvido...
(24/12/2007)

Encabritadas espumas noctámbulas...

El sueño se presentó a mi puerta anoche, tuve que ponerle doble paso a la puerta, sin embargo tocaba y tocaba a las puertas de mis oídos sordos...

Hoy en la mañana lo encontré delirante y rabioso, profano e inmisericorde, como casi todos mis sueños, maldiciendo a golpe de guerra no haber podido dormir en mi lecho...

Le serví una tasa de café y le invité un cigarro, conversamos mientras su humor se normalizaba.

Es duro a veces negarse al sueño (más para al sueño que para uno), se mecen las horas en la angustiosa ausencia, se plantan las sombras como pinos y se anida la desesperanza como gorriones briosos.

Pero es mejor conversar con el sueño en la mañana, de tú a tú mientras se está despierto, así las encabritadas espumas noctámbulas son simples delirios de locura y no pesares en las horas de descanso y melancolía en las horas lúcidas.

Premortem...

Anochece. Las aureas espumas celestes empiezan a teñir el manto de un tono ultramaro a el impresionante vacío nocturno. La luna menguante se posa sobre el plano y las estrellas salen a juguetear con ella, distantes pero conspiradoras, conversan de las distantes vidas de los distantes planetas.
Hoy he decidido sentarme junto a ellas, buscar entre mi noche propia un impaz sereno donde convocar sus cantos.
Así, me deslizo por la noche, como un cigarro consumiéndose.