miércoles, 29 de septiembre de 2010

Prefacio de las profecias…

Para mí se durmieron las palabras
en los ecos de los besos mal nacidos.
Para mí se lapidaron las angustias
en las fosas los ojos conocidos.
Para mí se quemaron las auroras
en las manos los niños desnutridos.
Para mí que escondieron los susurros
en las bocas que venden las quimeras…
Para mí faltó la palanca en la puerta
de aquel embustero que vendió lo ajeno.
Para mí faltó el yugo sobre el cuello
de señor de corbata que sirve yugos y
cobra honorarios a cambio de desconsuelos…
Para mí faltó la bala en la mañana
apuntando al sol que quema lomos en la zafra,
para mí faltó el sol para el cobrador en su ingenio…
Para mí se cayeron las caretas de los dioses,
de los imperios, los colonos y los electos…
Para mí no hay más que decir que lo dicho,
mas tanto por hacer y cambiar que la pluma
me mira a los ojos como encabronada
pidiéndole a mis manos que busquen manos,
que gusten y sepan cambiar las cosas,
que gusten y sepan evangelizar la nueva palabra.

SIN GOLPES DE PECHO…

Espacios sinuosos donde posar los ojos,
espirales y páramos para los párpados,
domos de argamasas hechas hueso y casa…
Deambulo por los espacios conocidos,
con alabardas ensangrentadas y murallas.
Doblo mi estandarte para romper los sellos,
quemo las ciudades para plantar huertos.
Miro obtuso y errante, loco y altanero,
marejadas de espíritus bucólicos,
volviendo a germinar en huertas…

¡Noble mano que al tiempo impones,
los espacios metálicos donde hubo antes verde,
cuando crujan entre el verdor los metales,
cuando yertos de avaricia los cuerpos queden
a merced del hambre y sin agua pura,
a merced del plomo en el aire enrojecido,
a merced del verdor del fúnebre campo
donde yacerán los animales que por llamarse
humanos, buscaron suicidio y muerte…!

¡Torpe mano que en mi sino priva,
el derecho austero de vivir como ermitaño,
condenando a los robles a ser hoguera,
condenando al zorro a mutar en estola…
Condenado como condena quien juzga,
Señor de la Ley que sólo por él proclama,
bizarro y bárbaro, déspota, ruin, insano
dictador del mundo de todos y de Natura,
imberbe animal mal llamado humano…!

¡Y para quién augura dragones aéreos,
para quien vaticina meteoros y holocaustos,
diciendo ¡no! a la minería a cielo abierto,
diciendo ¡basta! a la cacería por júbilo,
diciendo ¡alto! a la matanza de focas,
diciendo y diciendo y discutiendo en plenarios,
usando la ley que usa el que explota y arrasa,
ya llegará para todos el día de la Natura,
donde no habrá aire para ninguno aunque
por consciencia se levanten pancartas…!

Mi mundo es mío porque soy buey y trabajo…
Mas los tiempos se avecinan como rayos colosos,
la gente circula con palabras y escritos, golpes de pecho,
ayunos, marchas, oraciones a dioses perdidos,
¿Dónde quedó el peso del trabajo y el grito
del que defiende a su madre de un mal conocido…?