domingo, 21 de octubre de 2012

Divagando un poco...

Hoy me propuse divagar un rato, acerca de los dioses y las estrellas fugaces. Mas los dioses siguen mudos tras las voces de humanos que colindan con la difamia, y las estrellas ocultas tras las nubes me recuerdan lo difícil que resulta poder mirarlas… Siendo así tome la pluma pensando escribir un poco de la lucha y la batalla, recordar momentos de gloria y sudor, eurekas atisbadas en pancartas, frases de Debravo y Che Guevara; pero los cantos se me rompen atiborrados del escarnio electoral y la mentira, del sectarismo e imagen de propaganda, del que firma en nombre del que lucha la rendición en una batalla ganada… Así que ya meditabundo, desee ensalsar los rasgos de mi raza, la raza humana, glorificar su ingenio y su aplomo, su potestad de vencer a la Natura, su hambre de conocimiento en la mañana, su meditabundo andar de la tarde, el júbilo del noctámbulo arte de las arpas; empero vino a mi mente la razón a escupirme verdades en la cara, de cómo la juventud es más que autómata, de cómo los adultos olvidan los látigos, de cómo los ancianos guardan silencio ante el caos que en su juventud formaron, de los ríos que vomitan peces muertos, de los mendigos que aun tienen sus dos manos, de los ladrones que desangran a los pueblos, de los pueblos que alimentan a los ladrones, de los maestros que recitan de un libro, de los alumnos que copian de un tablero, de los humanos que apestan a dinero, de los resignados que apestan a conformes, de los niños que nacen sin mañana. Tras tanto me azoto un viento melancólico, con sabor a especies extintas y agónicas, un sabor a tierra llena de pesticidas, millares de aves en jaulas redondas… Sin más que desear un grito agudo, volví a divagar en los dioses y estrellas, por lo menos los dioses son obtusos, volubles, innecesarios y maleables; por lo menos las estrellas se esconden celosas en las nubes y los soles, tras aprende a iluminar por siglos de los siglos, después de apagarse…